
Demos gracias a Dios y seamos solidarios, ofrezcamos nuestra ayuda a quien lo necesite sin esperar nada a cambio. La recompensa será la satisfacción personal de poder retribuir el amor de Dios en uno de sus hijos con necesidades; a final y al cabo, somos hermanos.
Que la bendición de Dios y el amor de María Auxiliadora se viertan sobre ustedes, y que cada una de ustedes se convierta en instrumento para que ese amor llegue a los demás.